martes, 11 de abril de 2017

Hay Olores Que Huelen A Recuerdos

Es increíble como un olor..., te puede transportar a un momento pasado de tu vida..., a un recuerdo..., que ese olor..., te hacer revivirlo con tanta intensidad como si estuviera pasando en ese mismo momento..., como un olor..., te puede traer al presente a una persona..., esa que nunca has olvidado..., que llevas en tu corazón y que ese olor te la trae y se hace tan real como si la tuvieras a tu vera..., como si la pudieras tocar con la yema de los dedos de tus manos.

Yo tengo tantos olores de esos, de esos que me transportan al pasado, de esos que me traen personas al presente.

Simplemente es darle un abrazo a mi  madre, para que me transporte a cerca de 38 años atrás, y me venga al recuerdo cuando me dormía en sus brazos, abierta de piernas sobre su barriga, con mi carita en su cuello, respirando su olor y notando las patadas de mi hermano Juan, que, lo único que se interponía entre él y yo era la tripa de mamá. Ese olor a mamá, un olor característico, ese olor que hace que te calmes, que te sientas segura, sin miedo, con sus manos alrededor de mi pequeño cuerpecito. Un olor, que no quiero olvidar, que nunca olvidaré.

El olor a arroz con leche, ese olor que envuelve mi cocina, cuando he apartado el arroz en una fuente y le he echado la canela en polvo por encima. Ese olor me transporta al pasado, parece que estuviera entrando por la puerta de casa de mis abuelos, un viernes cualquiera, el arroz con leche, el de mi abuela, de la que aprendí la receta, ese que nos peleábamos por comernos las orillitas..., era lo más bueno.

Y el olor a poleas, esas que también hago. 
Abuela..., pero no salen tan buenas como las tuyas, lo intento pero es imposible hacerlas como tú. 
Y parece que te estoy viendo, a pie de tu hornilla, con uno de tus delantales, que tú misma te hacías, moviendo y removiendo, cuando hacías las poleas, que buenas, abuela, tus poleas, ese olor a matalauva, a picatostes fritos..., sin grumos, gracias a tu paciencia de no dejar de remover más y más. 

Solamente es abrir el cajón de mi ropa interior y me hace recordar, ese olor tan característico que había en los cajones de mi abuela, abrías cualquier cajón de su casa y no le faltaba la pastillita de jabón o la bolsita de alhucema, pues esa es la razón del olor de mi cajón, ahí guardo la bolsita de alhucema que me hiciste, de crochet, de color beige, con pasacintas y cinta de raso rosa.



De tus manos, abuela

Tendrá años, muchos años, le puedo calcular 20, 25, no se muchos años, pero sigue ahí, con el mismo olor desde el día que me la regalaste, desprende tu olor, tu esencia y ahí quedará para siempre, porque tú para mi eres eso, mi bolsita de alhucema, un aroma profundo y a la vez relajante, así es como tú eras.







Y el olor a incienso..., ese si que me trae recuerdos, el olor a incienso, abre una caja de recuerdos incontables, de recuerdos que me traen a ti,...abuelo..., bueno o quizás me lleven a ti, a muchos años atrás, cuando llegaba la Semana Grande para nosotros, esa semana que nos inculcaste desde niños, esa semana que estábamos deseando que llegara.

Ese olor a incienso, me lleva al Viernes Dolores, cada año empezábamos celebrando el santo de la abuela Dolores, tu Lola. Me trae a primas, a tita Sole y a tito Pedro.

Ese olor a incienso, que me lleva al Domingo de Ramos, allí en Reyes Católicos, esperando ver pasar la Estrella, estrenando nuestras ropa, como era habitual, que como decía la abuela, "Domingo de ramos, el que no estrena, se le caen las manos" así que todos a estrenar aunque fuera los calcetines o las medias. 

Ese olor a incienso, me lleva al Lunes Santo, a Tardón, a barrio León, a casa de los titos, Sole y Pedro, a macarrones con tomate, a carreras...
Me lleva a San Pablo , después de tomar el café y la torrija, en ese bar, tan cutre como siempre, pero era el que te gustaba a ti, y cualquiera insinuaba el cambio a otro.
Ver venir a esa hilera de nazarenos blancos, desde el puente de Triana, donde uno de ellos era mi hermano Angelito, el niño, el de la túnica más blanca, la mejor planchada, el que mejor llevaba el cirio, el más formal..., así era como tú lo veías. Ver llegar a nuestro señor el Soberano, seguido de la niña del Barrio León, nuestra Salud.

Ese olor a incienso, me lleva al Martes santo, a ese barrio Santa Cruz, ver a mi padre con esa cruz en el hombro..., abuelo que pena te daba verlo. ¿Sabes?, ahora soy yo la que sale, con esa túnica negra, se que te hubiera gustado ir a verme, aunque seguro que no me hubieras dejado salir descalza. 
Ese olor a incienso, me lleva  a mi Cristo de las Misericordias subiendo por Mateos Gago a la luz de la luna.

Ese olor a incienso, me lleva al Miércoles Santo, a tu barrio..., a San Vicente, a San Lorenzo, a San Antonio, a San Andrés. 
Me lleva a calle Jesús del Gran Poder, donde todos los años esperábamos llegar a ese cortejo de nazarenitos de chocolate, de esa Hermandad del Buen Fin, que tanto te gustaba. 
Abuelo..., si vieras a mi chico, enfundado con esa túnica ahora, en estos días, sé que se te caería la baba con él, que pena me da,  que no hayas podido verlo, sentirlo, vivirlo...
Ese olor a incienso, me lleva, a Lanzada por el Duque, a 7 Palabras por Alfonso XII, a Cristo de Burgos por Orfila, a la salida de Los Panaderos.

Ese olor a incienso, me lleva al Jueves Santo, el día que descansábamos los pies, el día que nos quedábamos en casa, tocaba descansar y carga pilas para los días que venían después. 

Ese olor a incienso, me lleva a Madrugá, a Jesús del Gran Poder, a tu señor, a ese que sé, que le rezabas todas las noches , a ese que pedías que nos cuidara a todos, ese que ha sido tu refugio siempre, ese al que cada viernes ibas y le besabas su pie. 
Me huele a Esperanza, a calle Pureza, Altozano, Puente Triana..., a tu Triana.

Ese olor a incienso, me lleva a Viernes Santo, a calle Goles, a tu casa. A tortillitas de Bacalao, a espinacas con garbanzos, a arroz con leche, a poleas, a natillas con galletas, todo de las manos de la abuela y a las peleas entre nosotras por rebañar la olla o por las orillitas de la fuente de arroz con leche. Me lleva a tu Cachorro, allí en la Magdalena, a La O, a Monserrat, a Veronica y Fé.

Ese olor a incienso, me lleva a Sábado Santo, a bacalao con tomate, a penecillos, a torrija de miel, a café en el Sardinero, a Dulce Nombre, a Soledad de San Lorenzo.


Sin duda..., mis olores... huelen a recuerdos. 




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